sábado, 3 de septiembre de 2011

MONOLOGO DE LA AZAFATA EN CALMA CHICHA

AZAFATA: Yo también puedo sentir miedo, señor. Ni robot, ni humanoide, ni zombie. Tengo impresiones muy fuertes con eso. Pero uno no se va a quedar mocho, mancado ahí en un rincón de la vida, lamiéndose la cicatriz. No sé, así me pasa a mí. Ni me voy a dedicar a molestar o a perjudicar a cuanto ser se me ponga al lado.

ARVELO: ¿Es una indirecta?

AZAFATA: Recuerdo que una tarde fuimos a la playa, imagínese, una carajita como yo, de montaña. Nunca estábamos solos, juntos, pero yo recuerdo ese paseo a la playa, nosotros dos juntos, mi papá y yo, el uno para el otro y yo era pequeña, no tanto como para no entender y yo cabalgaba sobre sus espaldas y lo sentía macizo, rudo, enorme, como una pared. Y nuestro juego consistía en avanzar sobre las olas, yo siempre abrazada a su cuello, apretada a su espalda con todo mi cuerpo y llegar a donde era más temerario, porque ni siquiera sus grandes pies tocaban fondo y en medio de aquella turbulencia, risas, sacudidas, golpes de olas, yo me divertía un mar aferrada al cuerpo de mi papá. Y de pronto él se sumergía y me dejaba, gracias a una maniobra, sola en medio del mar, a punto de tragar agua, sin saber nadar.

ARVELO: ¿Aun así tú te metiste a aeromoza, a trabajar en el aire, con aviones?

AZAFATA: Precisamente. Enfrentar la fobia…

ARVELO: (FRENÉTICO) Tú me estás jodiendo, tú me estás jodiendo. ¡Es eso! Vas como en una bandeja sobre la palma de la mano de Dios y de pronto Él retira la mano. No, chica, tú tienes que estar loca, enferma y sudada, de rolito,

AZAFATA. Y luego él reaparecía, emergía en un remolino de burbujitas, con una risa explosiva, y un abrazo que me suspendía y me consolaba de ese momentáneo terror.

ARVELO: ¡Coño! Es increíble.

AZAFATA: No se ponga así, señor.

ARVELO: Te precipitas y te escoñetas con bandeja y todo. ¡Dios mío, coño, gracias! Gracias por este piso, por esta solidez… (BESA EL SUELO) aunque sea una isla, aunque no la he visto nunca en un mapa. Se esperola la vaina, una ruina, una chatarra. Pero aún estamos con vida.

AZAFATA: ¡Contrólese!