martes, 29 de mayo de 2012

Un hombre que no calculaba

Ayer, 28 de mayo se produjo el acto de defensa del trabajo especial de grado del Bachiller DIEGO MORA en la Universidad Nacional Experimental de las Artes. Su tesis consistió en un acopio de principios técnicos de actuación adquiridos durante el curso de su formación en ese instituto aplicados a la realización e interpretación de un monólogo escrito por mí titulado EL HOMBRE QUE NO CALCULABA. Ese trabajo todavía está en proceso de escritura. Demás está decir que los resultados para la graduación del novel actor, ahora Licenciado en Teatro, fueron excelentes y que contó con la aprobación y reconocimiento de los miembros del jurado y de sus propios compañeros de promoción. Como autor recibí un feed back emotivo y lleno de entusiasmo. A continuación transcribo este texto por desarrollar y que me hizo sentir orgullosos en este día. Felicitaciones al graduando y muchas gracias ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
UN HOMBRE QUE NO CALCULABA. ROMERO ESTÁ SENTADO EN UNA SALA DE ESPERAS ANTE LA PUERTA DE UNA OFICINA. SE SECA EL SUDOR. LO ACABAN DE DEJAR A SOLAS, ESPERANDO. SE ACOMODA EL SACO. DESCUBRE SUS SANDALIAS O ZAPATOS DE GOMA Y LOS CAMBIA POR UNOS DE SUELA QUE TRAE EN UNA BOLSA PLÁSTICA. GUARDA LA BOLSA CON LOS ZAPATOS GASTADOS EN UN MORRAL. SE REPASA LA LÍNEA DEL CABELLO CON LOS DEDOS. REPARA EN LOS PELOS DE LA NARIZ, LAS CEJAS. Llegó. Ahí, la puerta, aquí las sillas. Aquí yo y mis zapaticos nuevos. Los más nuevos. Los menos viejos, los más formales: y para que veas, no son los más caros. Allí el buró de la secretaria y yo espero. Todo ya visualizado, ¡a la realidad! Una lámpara, sí. Luz fría, impersonal. Sí. Esperar. (UN DETALLE QUE SE LE ESCAPABA) ¡Un cuadro! ¿Lo ves? Podrían ser dos, o varios. Que no digan nada. Pura decoración, que hablen del buen gusto de la institución, pero en verdad del mal gusto de la secretaria. Esperar. Una planta. Que haya por lo menos una cosa viva en este espacio, alguien que respire y sienta. Por lo menos uno, además del agonizante. ¿Ahhh? Podría ser plástica. (SE CERCIORA) No, no lo es. ¿Quién decora estos pasillos así? ¿Será la secretaria? Uno nunca ha visto a un jefe encargarse de la decoración de la “recepción”. Ni de la oficina de su mano derecha. A menos que el jefe sea… (SE SONRÍE) ¿Vas a empezar? Aunque a mí me dijeron que éste no lo era. Quizás le guste, pero se mantenga discretamente. Un mutante. Que le gusta…, pero sin estridencias. (SE VUELVE A ACOMODAR) Uno. Imposible. Nadie es como uno, a nadie le pasa lo que a uno. Nadie. (SE MIRA LOS PIES) Me vine a pie. Es bueno para la salud. Sobre todo para el aspecto. Tendré aspecto atlético. Atlético, no. Saludable. Un poco cansado. Son kilómetros. No hay para el pasaje. Las ampollas. Dolor. Pasar por donde Juvenal y pedirle plata, pero aprovecho. Descanso, una curita, un esparadrapo. Alí me las extirparía. Pero no está. No está más. Te conformas con la calculada cortesía de Juvenal, abusas un poco de su generosidad y te alivias los pies. Son diez cuadras desde aquí. Las tengo contadas. Quizás, algo de comer. Pero Juvenal nunca tiene comida. Por lo menos para volver a casa. (POR LOS ZAPATOS) Gracias a Dios entraron. Estaba cagado con eso. Si llegaba aquí. Pies hinchados, ampollas, burbujas gigantes, ¿y no entran? Me atenderían en gomas, pues… No es de modelo. Es de gerente. Alí se fue. No aguantó más. Lo puedo entender. Yo no puedo más que esperar. Él, que tiene un mundo por delante. Esperar era sólo su elección. Tenía alternativas. Yo no. La cosa es la forma, el cómo. Ni se despidió. Nunca tuvo sus cosas. Estaba de paso y no volvió a pasar después. No se llevó nada. No dejó. Me dejó a mí. Pero no es prueba suficiente. No soy una huella. No podría demostrarle a nadie que hubo un Alí, mostrándole los estragos del despecho. . La tristeza debe notarse en la cara. No conviene. Buscan gente positiva. (SE MASAJEA LOS CARRILLOS, TRATA DE SONREIR) ¡Yo de gerente! Dónde caerme muerto y de gerente. Es mi signo. Los libranos ique son así. Un día en el abismo, un día en la cresta de la ola. Profundidades abisales. Es que uno siente hasta las burbujitas, como con soda. Abisales. Shhhh. (IMITA EL SONIDO DEL LÍQUIDO GASIFICADO) Pero sin esa ligereza, esa liviandad, sin dinamismo de un chorro de burbujas que huyen hacia arriba, sólo esperar, precipitado, como un pez ciego de las profundidades. Esperar. Con Alí fue así, una juerga de seis meses. Una sola fiesta, la vida, dormir abrazados, comer como niños. Mirarnos sin aburrirnos. Desearnos, consolarnos, cómplices, sonreídos, satisfechos. Después el vacío. Un momento arriba en el balancín, y la caída y el vértigo y el estómago estragado. La balanza de libra es como un extractor de esos de petróleo, inyecta aire en el suelo, o gas o agua o lo que fuere y saca esa mierda negra. Escatológico. Y otra vez abajo. Esta vez hasta las capas remotas de la geología. Yo no dejaría solo al que espera. Tendría aquí como un cafetín. Una gente y mucha actividad. Ahí se sabe quién es quién. Quién congenia, quién activa, quién proactiva… Alguien a quien sonreírle, ir calentando los motores y no llegar envarado allá a dentro y como una momia extender la mano, sudorosa, “ jum, ¿dónde habrá metido éste cretino esa mano llena de bacterias?” Míralo, míralo, está pujando, parece que se le va a salir. Es una maldición, en las fotos, en la televisión es peor. Me veo como a punto de desmoronarme, al borde de las lágrimas, y esa voz… Sonreír, sonreír es nuestra divisa. Nada puede resistirse al encanto de una sonrisa. Si la naturaleza no te hizo guapo, “apuesto”, esa cara de cartón se humecta, se funde, se aliviana con una sonrisa. Amigable. Nadie va a temer nada de ti. Nadie. En ti se puede confiar. Cremita. (SACA UNA CREMA PARA LA CARA Y SE UNTA) No demasiado que vaya a quedar grasoso. Y va a pensar que estoy sudando. Que estamos nerviosos, que inseguros, que no merecemos. Merecemos, claro. Necesitar y merecer. Hay algo vago en esas definiciones. “De cada quién según sus capacidades, a cada quien según sus necesidades.” Debió ser Lenin, todavía podía mentirse, inventarse una doctrina. Stalin, no. Stalin, la praxis. Para saber las necesidades y méritos de la gente sería menester un ojo vigilante enorme, superior, un gran hermano, al tanto de la vida de cada uno. Aunque las carencias de la gente siempre son las mismas. Un poco de comida, un sitio donde habitar decentemente, un trabajo, buena compañía, Alí… Refrescado, sólo refrescado, no aceitoso, el cutis en su exacto grado de humedad, la piel que me heredó mi mamá. Un prodigio. Algo bueno me dejó. Pero la gente no es tan simple, la vida de cada uno es diversa, macabramente diversa, maravillosamente diversa,.. Se corre el riesgo de generalizar. Debe haber un ojo grande, sabio, como una cámara de video, un examinador experto, que sepa tus fortalezas y tus debilidades. Y te dé tu merecido, ja ja ja ja. Absolutismo, totalitarismo, dictadura, un ojo superior, el de Dios. Yo sabía que había que esperar. Desde que abandoné los estudios supe que mi porvenir estaba, no en los huevos, como el Jacobo de Ionesco, sino en una silla incómoda, en una áspera sala de espera. Áspera es un adjetivo raro, pero seguro lo asocié con el sonido, espera, áspera. Áspera espera, verdecito claro por dentro, verdecito oscuro por fuera, si quieres saber mi nombre, espera. Como la arena en la lengua. Como las ampollas en los pies. Ni medio para el pasaje. Un poquito de hambre, bastante. Mi cuerpo debe pensar que vengo a un análisis de sangre, no cené, no desayuné. Me bañé, hice ejercicio, un eufemismo. En otro país podría donar sangre y… no donar vender la sangre. Sangre buena, buenos genes. Donar semen, a cambio de un desayuno en un hotel caro. Eso. ¡La hoja curricular! Yo le dejé un ejemplar, un ejemplo de lo que puedo ser, pero traje otro curriculum, por si les interesa, por si se traspapela, por si no lo leyeron. Un curriculum, directo al grano, capacidades, fortalezas, formación, ¡firm! Una foto alterada por supuesto. Intervenida se dice ahora. La edad. No les voy a poner mi edad. Si con esa se despertaron que se vuelvan a acostar. Cargos desempeñados. Cargos enfrentados, reo de los siguientes cargos. Culpable. Eficaz. Último cargo… Un poco de ruido la conexión. Mi último cargo. Bzzz. Bzzz. (HACE EFECTOS COMO SI UN CELULAR NO SE PUDIERA OIR, COMO ESCUPIENDO MUY CERCA DEL MICRÓFONO) “Productor”. -¡Eh! ¿Cómo dijo? (MÁS RUIDO) Productor. -¿Productor? Aunque mi escalafón, mi designación, lo que salía en la nómina, en el cheque… Pero productor. El trabajo del productor, en un rango intermedio, asesor a la producción, no, en la pelea, en el sudor de todos los días. Productor, productor, sí señor... (IMITA LA VOZ DE UNA SECRETARIA) Por favor, para verificar un cargo en un currículo que nos hicieron llegar… Ah, asistente, muchas gracias, ¿Está segura? Segura, muchas gracias. Nada de verificación. Recomendación mata verificación. Quizás un error. Definitivamente un error. ¿Para optar por uno de gerente? Un error muy sospechoso. Gerente y boca cerrada. Gerente y la mirada de mis amigos envidiosos. Amigos, aunque no como amigos, como tutores más bien. Como que su vida maravillosa. Pero no precisamente maravillosa. Comparándome el sueldo. ¡Ganas más que yo! ¿Y los años en la academia, en la Universidad? ¿Y los años sudándome ese rabo? ¿Y la mirada distraída tras un plato de comida? ¿Y las noches encerrado viendo a los demás hacer sus rituales de apareo, autocongratulación social, sus rituales de éxito? ¿Y yo quedado? Como una solterona pero joven, pero pobre, pero mocho, pero manco, pero baldado, sin conexión, sin asumirse, sin integración, pero pensante, más pensante que muchos, pero solo, pero mal acompañado. Pero, Ivan… La felicidad, el cargo de gerente e Iván… Yo, gerente y me verán. Haciendo de las mías. Modernización, actualización, (los pongo a valer) y creatividad, mucha creatividad. Como una empresa de una serie norteamericana, con sus locos, sus graciosos, su flamante gerente y siempre comedia, y siempre un final feliz. Y real, mucho real. Después de todo yo manejo ese trabajo. Yo sé de qué se trata. Yo sé pa´dónde va eso. Aunque hay otras cosas. Primero esto. La entrevista, pasar por esto. Noches sin dormir y seguro se me notan. (VERIFICA SU ALIENTO) El aliento, nada. Nada ofensivo. Siempre hay que chequearse el aliento. No somos una manada de lobos que se demuestran poder y Status según y como le gruñamos al otro (GRUÑE AGRESIVO) o como le ahuyentemos con ese mal olor. Aquí llegué yo y quiero ese cargo de gerente (GRUÑE A UNA SUPUESTA PERSONA) Y basta. Desodorante al día. En su punto. Una colonita cara, de imitación, que no huela que se deje colar entre los términos de la conversación. Que se note pero que no se precipite. Que sea una sugerencia y no una imposición. El olor. Una cosa calculada, por gotas, por golpes de spray y la distancia del dispensador. (HACE COMO QUE ROCÍA ALGO EN EL AIRE HACIA ARRIBA Y LUEGO CORRE PARA RECIBIRLO EN SU CAÍDA, LO REPITE) Mi primer trabajo. No tan sacrificado. Yo lo merecía. Era como haber ganado en un juego sin el mayor esfuerzo que ser. Ser yo y merecer un trabajo. Claro pagaban mal, cuando pagaban. Sinceramente no pagaban. Pero el orgullo era mayor que el hambre hasta que empezaron a emparejarse y… Un día no tenía para pagar la gasolina del carro. Eran definitivamente tiempos mejores, tenía carro. No podía pagar la gasolina, irrisoriamente barata y se acabó el encanto. Otros trabajos y cada vez menos orgullo. Ya no se trabaja por mística. Por amor al oficio. ¡Mi billete primero! Después hablamos. Y no ha pasado tanto tiempo. Pero el cambio ha sido en redondo. Claro… Ya no estoy tan joven, “todos fuimos comunistas a los dieciocho”. Podíamos entregarnos a la locura y pasar tres días con un plato de espaguetis, espaguetis, espaguetis y unas cajas de cervezas. La buena vida. Y el organismo aguantaba. Ahora , las ampollas en los pies e Iván que no aguantó…Y un herpes incorregible en el rabo y una sensibilidad gástrica de princesa. Usted pone diez colchones, uno sobre otro y un grano de arvejas entre ellos y yo no puedo pasar la noche. Yo creo que era una propaganda de ortopédicos. Se tardan. Lo hacen a propósito. Que se joda. Que desgaste todas sus resistencias. La agonía. (IMITA A UN SUPUESTO JEFE) Tomando decisiones importantes. Trascendentales, decisivas. Decisiones decisivas para el futuro de la empresa. El color de las alfombras y esas cosas. (SE REVISA)El carnet de visitante. “Manténgalo en sitio visible” Sí, que no soy de aquí, que no pertenezco. ¿No se me ve en la cara? Identidad: desconocida. Identidad: borrosa. Débil de identidad. Identidad sexual: ¡enorme! Mucha. Es un chiste. Malo, pero chiste. Identidad sexual. Borrosa, indefinible, gaseosa, inasible. Por confirmar. Así se le da un tiempo a las madres o a los padres para que pospongan las preocupaciones. No se irán a enrollar por eso. Una empresa del siglo XXI. Una institución moderna, equilibrada, tolerante. Abierta. Si no, una denuncia por discriminación, por acoso… Un poco precipitado, primero es entrar. Y la tipa, o el tipo, tiene que ser simpático. Simpaticoa. Simpática. Fresquito, casi frío, para que no sobrevivan los microbios letales del trópico. (IMITA AL MICROBIO, EXTIENDE LA MANO Y VA HACIA UN SUPUESTO SUJETO) “Buenas tardes, soy el microbio de la gripe y me encantaría… (SE INTERRUMPE, TIEMBLA DE FRÍO SE PARALIZA CONGELADO Y CAE) (SE LEVANTA SACUDIÉNDOSE) Espero que nadie me haya visto. No hay cámaras de seguridad. (BUSCA) por lo que se puede ver… Aunque por esa rejilla. (SEÑALA EL TECHO) Bueno, espero que no. Y si las hay, en este momento se deberían estar caganido de la risa o si ven la grabación más tarde, ya será demasiado tarde. Venderán el episodio para un programa de videos graciosos en televisión. (HACE SEÑAS CON LOS DEDOS MEBIOS DE LAS MANOS) Si hago vulgaridades, será intransmitible, o intransmisible, como se diga. (HACE MORISQUETAS VULGARES, SE BAJA LOS PANTALONES Y MUESTRA EL CULO A LA SUPUESTA CÁMARA)