Baudelaire y la Belleza.
Cohetes.
Diarios íntimos. Traducción de Rafael Alberti.
XVI
He encontrado la definición de
lo Bello, de lo Bello para mí. Es algo ardiente y triste, una cosa un poco
vaga, que abre paso a la conjetura. Voy, si se quiere, a aplicar mis ideas a un
objeto sensible, por ejemplo, al objeto más interesante de la sociedad: a un rostro de mujer. Una cabeza seductora y
bella, una cabeza de mujer, digo, es una cabeza que hace soñar a la vez – pero de
una manera confusa- en voluptuosidades y tristeza; que arrastra una idea de
melancolía, de lasitud, hasta de saciedad – esto es, una idea contraria, o sea
un ardor, un deseo de vivir, asociado a un reflejo amargo como procedente de
privación y desesperanza. El misterio, el pesar son también características de
lo Bello. |
Una hermosa cabeza de hombre
no necesita arrastrar, a los ojos de otro hombre, claro es – pero quizás sí a
los de una mujer – esta idea de voluptuosidad, que en una cara femenina es
tanto más atrayente cuanto más melancólico es el rostro. Pero esta cabeza
contendrá además, algo triste y ardiente: deseos espirituales, ambiciones
oscuramente rechazadas, la idea de una potencia rugiente y sin empleo; algunas
veces, la idea de una insensibilidad vengativa (porque no debemos olvidar el tipo
ideal del “dandy” al hablar de esto): algunas veces también, el misterio, siendo ésta una de las características de
belleza más interesantes; y en fin (para tener el valor de declarar hasta qué
punto me siento moderno en estética), la desgracia. Yo no pretendo que la Alegría no pueda
asociarse con la Belleza, pero digo que la Alegría es uno de sus adornos más
vulgares, mientras que la Melancolía es, por decirlo así, su ilustre compañera,
llegando hasta el extremo de no concebir (¿será mi cerebro un espejo
embrujado?) un tipo de Belleza donde no haya Dolor. Apoyado sobre – otros dirían
obsesionado por – estas ideas, pienso que me sería difícil no llegar a la
conclusión de que el tipo más perfecto de Belleza viril es Satanás, - a la
manera de Milton.
[del XVII]
Los aires encantadores que conforman
su belleza son:
El aire cansado,
El aire aburrido,
El aire vaporoso,
El aire impúdico,
El aire frío,
El aire concentrado,
El aire dominador,
El aire voluntarioso,
El aire travieso,
El aire enfermizo,
El aire gatuno, infantil, de abandono y
malicia mezcados.
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