GESTA MAGNA AUTOR: ÁNGEL FUENMAYOR

GESTA MAGNA
AUTOR: ÁNGEL FUENMAYOR
ADAPTACIÓN LIBRE DE JAVIER MORENO

PERSONAJES

DON JUAN
DANIEL
DON ROQUE
MATILDE
TEODORA
GILBERTO

ACTO I
CASA DE DON JUAN Y TEODORA SU HIJA. CORREDOR Y SALA DE RECIBO.

DANIEL     Refiéranos Don Juan la última extravagancia de la Señorita Teodora, usando sus propios términos, si me lo permite.

MATILDE  Niñerías, monadas de ella

DANIEL     Cuéntenos, cuéntenos, yo siempre me intereso por eso que ustedes llaman sus niñerías.

DON JUAN         Pues óiganme. Conocen ustedes ese drama extraño que se representó la otra noche, titulado… ¿cómo lo llaman? Creo que fue el jueves de la semana pasada, a beneficio de uno de los actores.

DANIEL     Debe ser el Hamlet

DON JUAN         Ése mismo. Nosotros asistimos a su representación; y Teodora, como si fuese una niña, tomó las cosas tan en serio que tuve miedo de que enfermase  por lo nerviosa que se puso.

MATILDE  ¿De verdad?

DON JUAN         Sí, prestaba una atención tan fija… No apartaba los ojos del escenario, y sobre todo e las escenas en que figuraba el loco, se excitaba de tal modo que terminó por romper el abanico.

MATILDE  ¡Qué Teodora! Me parece que la veo.

DON JUAN         Nunca será formal. Al otro día estuvo muy preocupada y pensativa. Y mejor ni continúo porque van a desternillarse de la risa.

DANIEL     Estoy ansioso por saber el desenlace.

MATILDE  ¿Por qué habríamos de reírnos?

DON JUAN         Es lo cierto que ayer por la tarde, paseábamos por el jardín cuando el sol principiaba a ocultarse entre los árboles; y Teodora nos iba diciendo: me gustaría ser loca. -¿Y para qué? Le pregunté – Porque yo, nos contestó, haría y diría muchas cosas que tengo en la cabeza como las que decía el Hamlet. -¿Y qué dirías tú ahora? Le interrogué de nuevo. –Diría, respondió- se quedó mirando unos segundos al cielo y luego agregó: no diría nada y me quedaría aquí, inmóvil, hasta que muriera el crepúsculo. Bravo, bravo, le dije aplaudiendo, mereces un premio, y me puse a arrancar unas flores para dárselas. Ella, picada por el aire burlesco, me gritó, casi llorando, “sí, ríase, mófese, se ha reído de hamlet, a la par que de mí” y echó a correr jardín adentro.

DANIEL     ¡Qué Teodora!

MATILDE  Tiene muy delicados sentimientos.

DON JUAN         Parece que posee un temperamento demasiado impresionable. ¡Ese empeño en leer filosofías y librejos complicados que acabará por trastornarle la cabeza!

DANIEL     Mas hela aquí que viene a recrearnos con su presencia.

MATILDE  ¡Cuánta dicha! Teodora.

TEODORA          A tiempo me parece que llego para evitar la disección que iban a hacerme con el fino escalpelo de sus lenguas.

MATILDE  No. Nada de eso.

DANIEL     ¿Imagina que delante de mí pueda ejecutarse tal torpeza?

TEODORA          Tiene usted razón caballero, hubiera salido mal ferido el que tal atentado cometiese.

DON JUAN         ¡Tienes unas cosas, Teodora!

MATILDE  Somos sinceros y sabemos estimarte.

TEODORA          Verdaderamente me hallo entre amigos. Les he reservado una sorpresa.

DANIEL     ¿Una sorpresa?

DON JUAN         Ten cuidado, Teodora, con tus disparates.

TEODORA          Una gran noticia que no ha llegado a oídos de ustedes todavía.

DANIEL     No sé por qué pero esa actitud suya me ha traído a la memoria la última originalidad de un gran amigo mío, excéntrico y poeta.

TEODORA          Perdone la indiscreción. ¿Podría decirnos su nombre?

DANIEL     Se llama Gilberto Velásquez

TEODORA          ¿Gilberto Velásquez?

DANIEL     Es toda una personalidad. Tal vez la más brillante de nuestros días.

DON JUAN         Una personalidad moderna.

MATILDE  ¿No es el mismo que ha sorprendido al público con sus discursos en la Asamblea?

DANIEL     En la Asamblea se vuelve un león defendiendo los derechos del pueblo; y recogido en su gabinete se suaviza, se dilata, se abandona en brazos de sus sentimientos y escribe la original, la delicadísima obra que acaba de publicar, MUJER Y MADRE; cuyas páginas con tanta avidez devoran las damas.

TEODORA          Y bien. ¿Cuál ha sido su última rareza?

DANIEL     Voy a decirla. La noche del día en que clausuró sus sesiones la cámara, invitó a un grupo de sus mejores amigos para que concurriésemos a su casa a recibir una noticia trascendental. Podría decirse que en la reunión dominaba la alegría. Mas, de pronto, Gilberto se levanta transfigurado; en un instante había cambiado su fisonomía; nos pidió silencio y como si se hallara en los tiempos antiguos, principió a instruirnos en alta filosofía

TEODORA          ¿Y qué les decía? ¿Qué les explicaba?

DANIEL     Tantas cosas extrañas… Supongo que todo aquello era pura creación suya; lo decía con tal convicción, con un sentimentalismo de tan marcada tristeza que pudo más que la alegría del champagne y nos pusimos tristes. Nos hablaba de un mundo nuevo formado de la regeneración del existente; obra grandiosa, según decía, donde llevaría la mujer la mejor parte.

MATILDE  Es curioso.

TEODORA          Curioso no. Interesante.

DON JUAN         Para mí ese señor va camino al manicomio.

TEODORA          ¿Y en eso terminó la reunión?

DANIEL     No. Terminó de un modo más extraordinario aún. Nos repartió sendos ejemplares de su libro; luego abrió las puertas de un aposento que nosotros desconocíamos y nos dijo “Miren. Ahí trabajaré sin descanso hasta realizar la obra colosal del nuevo mundo. Ese gabinete será mi tumba para el actual  y de ella resucitaré en el futuro. Pueden retirarse a contar lo que han visto y oído”, nos dijo y se encerró.

DON JUAN         Buen chasco les dio.

MATILDE  ¿Y qué fue de los invitados?

DANIEL     Nos retiramos haciendo toda clase de comentarios.

TEODORA          En verdad, les digo que es original.

DON JUAN         Es ridículo.

DANIEL     Todavía no han logrado hacerle salir de su encierro.

TEODORA          Sí, es original. Es original.
APARECE DON ROQUE PESQUERA

DON JUAN         ¡Don Roque Pesquera!

DON ROQUE   Mis amigos… A los pies de usted, señorita…

TEODORA          Este Don Roque tan pesado.

MATILDE  Tienes razón, pobre.

DON ROQUE   ¿Qué dice la graciosa Teodora.

TEODORA          Por ahora le diré que me falta gracia para responder a su galantería.  Y que con el permiso de todos… voy a mostrarle a Matilde algo de mis últimos adelantos. Ven.

DON ROQUE  ¡Por poco me planta la señorita!

DON JUAN         Malacrianzas muy propias de ella. No le haga usted caso y siéntese.

TEODORA          Son unas fotografías de mis abuelos.

MATILDE  Bellísimas, bellísimas.

TEODORA          No me adules.

MATILDE  Es que en todo lo que tú haces domina un gusto…

TEODORA          Ve qué fea cara pone Don Roque.

MATILDE  ¡Jesús, verdad!

DON ROQUE  Es mi amigo, pero confieso que es un desgraciado. No hace otra cosa que fumar opio, como un desesperado, de modo que muy pronto quedará sin razón y aún sin vida.

DANIEL     Pobre Gilberto Velásquez.

TEODORA          Y aún hablan de él.

MATILDE  ¿De quién?

TEODORA          De él, de Gilberto Velásquez; escucha.

DON ROQUE  He logrado que me permita la entrada.

DANIEL     ¿Es verdad que vive en un completo ambiente oriental?
DON JUAN Lo que yo les digo, llegará a loco.

TEODORA          ¿Qué sabrán ellos?

DANIEL     Es una lástima poseyendo un cerebro y un corazón tan amplios.

DON ROQUE  Es una lástima pero desgraciadamente es lo cierto.

DANIEL     Señorita Teodora, ¿por qué se ha separado de nosotros? ¿Nos huye usted?

TEODORA          Le muestro a Matilde unas insignificancias mías.

DANIEL     ¿De qué género?

DON JUAN De pintura.

DON ROQUE  Bajo esa faz no conozco a la señorita Teodora.

DON JUAN Ahora recién terminó una copia de La Concepción de Murillo, magnífica.

DANIEL     Convénzanse. La señorita Teodora es una joya.

DON JUAN Antes de pasar al comedor podemos ver esa copia

DANIEL     Cómo no, con muchísimo gusto.

TEODORA          ¿Se marchan?

DON ROQUE  Vamos a admirar su genio.

TEODORA          ¿Mi genio?

DANIEL     Sí, su copia de la Concepción de Murillo.

TEODORA          Bien vayan y háganle una crítica digna de ustedes.

DANIEL     Ah, por eso pierda cuidado.

DON JUAN         Vamos por aquí.

TEODORA          ¡Jesús, Matilde, me fastidio!

MATILDE  ¿Te fastidias? Pero, ¿cómo…?

TEODORA          Me fastidia la vida, me fastidia la gente. Todo lo que me rodea tiene tan poca gracia… llena tan poco el espíritu…

MATILDE  Teodora, estás en una de esas crisis en que todo cuanto vemos nos repugna

TEODORA          Matilde, estoy hastiada de la vida diaria; quiero otras impresiones, otro movimiento; tengo sueños extraños que no entiendo y deseos ardientes, de… qué sé yo.
MATILDE  Pero en realidad, ¿qué quieres?

TEODORA          Quiero sacudir un yugo que me oprime, quiero una vida espiritual, quiero mirarme en unos ojos que hablen de cielo. Quiero amar, pero no con la vulgaridad de todo el mundo, y ahí el caso.

MATILDE  Nunca te oí hablar así. ¿Te habrás enamorado?

TEODORA          No, todavía no. Principio a desbordarme y a sentir orillando mi corriente extrañas flores.

MATILDE  Teodora, es imposible comprenderte.

TEODORA          Natural. Esa extrañeza mía ante el nombre de Gilberto Velásquez es fingida; lo conozco mejor que todos ustedes. Hace días que sostengo correspondencia secreta con él; nada de amores, cosas trascendentales, estudios de la vida…

MATILDE  ¿Cómo es eso’

TEODORA          Puedo entrever algo en el alma de ese genio y de tal modo me ha interesado con sus cosas que no puedo contener más tiempo las ganas de verme cara a cara con él, le he pedido una conferencia.

MATILDE  ¡Pero Teodora!

TEODORA          Una entrevista en su casa de él, en su gabinete oriental. Sé que estas revelaciones te espantan porque para la sociedad son anomalías peligrosas, pero iré.

MATILDE  ¿Quieres que no me sorprenda oírte expresar de tal manera, el cambio que has sufrido; enamorada de un hombre que te es desconocido, un hombre peligroso que dicen que está loco?

TEODORA          Siento algo secreto que me grita “Vé hacia él y hallarás cuanto tu corazón ansía”  Sí iré, por mis sueños, por lo que espero, por lo santo que en mí siento.

MATILDE  Teodora, me impresionan estas cosas. ¿No te parece arriesgado?

TEODORA          Mañana al oscurecer es la cita. Diré al salir que voy de visita a tu casa, para que estés prevenida.

MATILDE  ¿Y si…?

TEODORA          Calla que ya están aquí.

MATILDE  ¿Qué se yo qué presiento’

DON JUAN         Está sublime, ¿no es cierto?

DANIEL     Espléndida

DON ROQUE  Señorita Teodora le admiro a usted como a una verdadera artista.

TEODORA          Gracias.

DANIEL     Reciba también mis felicitaciones.

TEODORA          Gracias, gracias, ampárame, Matilde que van a agobiarme.

FIN DE ACTO PRIMERO.

ACTO II

GABINETE EN CASA DE GILBERTO VELÁZQUEZ

GILBERTO         (A SOLAS) Genios inmensos, genios colosales que agobiaron al mundo con su locura enorme. Esos que dan muestra a través de chispazos de eso que concede la vida inmortal. Se pueden recoger todo los frutos malos y arrojarlos a estrallarse en el espacio. Trasplantar, remover, arar… tumbar árboles viejos, podar, injertar, abonar árboles nuevos. Dejar que sólo se alleguen aves ideales y ahuyentar los pajarracos instintos de corbos picos y garras voraces y formar así el jardín soñado, digno de Dios, digno de nosotros. (SUENA LA CAMPANILLA) ¿No, no llamen a mi puerta vulgarmente, el genio entra por todos los poros del aposento. Espíritus sutiles de almas infinitas, entrad.  (ENTRA ROQUE) Ah! Qué horrible! ¿Dónde estaba tan alto que tan duro me he aporreado al caer? ¿Qué quieres, Roque? Siempre la realidad implacable.

DON ROQUE  ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? (PAUSA) ¿Quieres fumar?

GILBERTO         ¿Fumar? No, hoy no fumo.

DON ROQUE  ¿No fumas? Cuando otros días a estas horas me pides impaciente la pipa.

GILBERTO         No, no fumo y si te la pido no me la des y si la ves en mis labios, te lo ruego, arráncamela.

DON ROQUE  ¿Qué tienes hoy?

GILBERTO         Tengo un día más perdido, un día menos que deberle a la vida, un rato más de llanto y de dolor, pero un sol nuevo que veré esta noche.

DON ROQUE  Vamos, Gilberto, si tienes algo que te hace sufrir, cuéntamelo. ¿No te brindo bastante amistad? ¿No nos tratamos como hermanos?

GILBERTO         Sufrir… Hermanos… No hablemos de eso ahora.

DON ROQUE  ¿En qué piensas, Gilberto?

GILBERTO         En la agricultura. Quiero ser agricultor.

DON ROQUE  Estás loco.

GILBERTO         Eso. Loco.

DON ROQUE  Estás de remate. Yo que venía a contarte como estuvo la fiesta de Don Juan de Galarza.

GILBERTO         ¿Galarza? ¿Quién es ese Don Juan de Galarza?

DON ROQUE  Es un comerciante retirado que vive en envidiable paz. Y como una campanilla festejando esa paz, está su hija única, portento de mujer que es un dechado de hermosura.

GILBERTO         Portento de mujer…¿Y de su alma, nada?

DON ROQUE  Vaya que es simpática la muchacha.

GILBERTO         O me dices con otra palabra lo que tú sientes o me explicas qué quieres decir con simpática.

DON ROQUE  Simpática es que atrae, que gusta, que divierte… simpática.

GILBERTO         No entiendo.

DON ROQUE  Cuando tú no quieres entender, ni el diablo que te entienda a ti.

GILBERTO         Yo entiendo que tú no entiendes a esa Teodora.

DON ROQUE  Mira si la entiendo. Estamos de sobremesa y ya cuando terminamos, se yergue como si estuviera representando en un teatro  y nos anuncia una gran sorpresa: “Señores, mi noticia. Anuncio a ustedes que voy a nacer” Esto y la seriedad con que se quedó después, nos hizo estallar en risas.

GILBERTO         Sí. Ella es.

DON ROQUE  Luego agrega con misterio dramático “Perdono la risa de ustedes porque es la risa de la ignorancia” ¡Qué graciosa!

GILBERTO         Me estás matando. Simpática, graciosa… No hables así de Teodora, no la embadurnes de miseria.

DON ROQUE  Te hace falta. Voy a preparar tu pipa, que estás fuera de ti.

GILBERTO         No me provoques. Estoy haciendo un gran esfuerzo por no fumar. Ten compasión, no me quites las fuerzas que hoy empiezo mi obra.

DON ROQUE  Si ya hubieras fumado te diría que empiezas a…

GILBERTO         A creer. Si tú me comprendieras…

DON ROQUE  Quiero mantenerte contento porque voy a pedirte un consejo.

GILBERTO         Mis consejos son fuertes y duros. Tú no eres de los que pueden seguirlos.

DON ROQUE  Sólo sobre cierto y determinado asunto. Escucha. Es vulgar y trascendental al mismo tiempo.  Estoy pensando en casarme.

GILBERTO         ¿Casarte? Eso es sembrar, fecundar, un árbol que fructifica… Cásate, yo soy agricultor, haré que logres buenos frutos.

DON ROQUE  Aparta tus rarezas y hablemos en serio. Hace tiempo que lo vengo meditando mientras he ido escogiendo a ola que puede convenirme como esposa.

GILBERTO         Es necesario tener mucho cuidado al decidir la planta que ha de cultivarse.

DON ROQUE  Lo cierto es que ya la he encontrado. Ya elegí, encontré a quien puede ser mi esposa, la que me gusta, de la que estoy enamorado, pues.

GILBERTO         Bueno, estamos. Y ahora dime. ¿con qué savia espiritual cuentas? ¿Qué guarda tu cerebro y con qué sueñas? ¿Qué ideas llevas? ¿En dónde está tu alma y qué te dice?

DON ROQUE  No sé, Estoy enamorado furioso de Teodora y…

GILBERTO         ¿Teodora? ¿dijiste Teodora?

DON ROQUE  ¿Por qué te espantas?

GILBERTO         No sé si me espanta. Me sorprende nada más. Y es natural, todo lo grande atrae. Te aconsejaré mañana.

DON ROQUE  ¿Y por qué no esta noche?

GILBERTO         Porque no es noche para mí, es la aurora de mi día primero y presiento que el sol está cerca.

DON ROQUE  Quiero seguir con tu consejo.

GILBERTO         Te repito que mañana.

DON ROQUE  Convéncete de que llevas mal camino, Gilberto.

GILBERTO         Cierto, por mal camino vamos todos, pero yo haré que tomemos por el bueno.  (SUENA LA CAMPANILLA)

DON ROQUE  ¿Quién puede llamar cuando sólo yo gozo el privilegio de visitarte?

GILBERTO         Di mi permiso. Y tú, a esperar en ese salón hasta que te llame.

DON ROQUE  Está misterioso todo esto. Veremos. (MUTIS)

GILBERTO         Ya puedes dejar que la brisa de la vida te arroje en mis manos, semilla que traes en tu seno el germen de lo grande.  (ENTRA TEODORA) Señorita, entre usted. Pero perdóneme el entusiasmo. Estoy a los pies de usted. Acérquese quien ha visto la luz y no ha enceguecido.

TEODORA          Caballero, le agradezco la fineza sin tener nada que perdonar.

GILBERTO         Este es el gabinete donde me pidió que la recibiese. He cumplido. Hable usted.

TEODORA          Con franqueza, le diré que encuentro la situación muy embarazosa, no encuentro cómo dale principio a lo que tengo que decir, ni sé cómo decir el mundo de ideas que me abrasan el cerebro.

GILBERTO         Confianza. Por el principio. Seguramente usted es la mujer que yo esperaba. ¿Cuál es el motivo de su visita? ¿A qué debo el honor?

TEODORA          Quise venir. Quise hallarme junto a usted. Quise oírle, hablarle, eso es.

GILBERTO         ¿Y esos deseos de dónde nacieron?

TEODORA          Tampoco sé con fijeza. Tal vez por las cartas que nos hemos cruzado, por lo original y sugestivo de sus ideas. Azuzada por una duda terrible quise oír de sus labios quién es usted. Unos le llaman grande, otros, loco. ¿Será ambas cosas a la vez? Llámeme curiosa o imbécil pero hábleme usted.

GILBERTO         Eso es. Eso es. Loco. Grande loco. Loco agricultor.

TEODORA          ¿Agricultor? No comprendo.

GILBERTO         El mundo es una partícula de Dios que está formándose, está en gestación, pero lentamente, tiene defectos; la imperfección y la feúra de lo que aún no es y está escaso de fuerza para llegar a ser. Necesita un impulso, un auxilio; un hombre más hombre y menos cuerdo que otros, que acabe de formarlo. Yo quiero ser esa fuerza y ese impulso.

TEODORA          Comprendo, comprendo.

GILBERTO         Usted es un átomo perfectote esa partícula material de Dios; es un punto de apoyo. Cultive siempre su psiquis en el bien, santamente y llegará en el día en que irradie de esa flor fragante de la selva que es usted la verdadera belleza pura y diáfana, como de un sol, la luz.

TEODORA          Indíqueme el camino. Aspiro a seguir sus pasos.

GILBERTO         ¡Cómo me hace dichoso oír su alma  expresarse así! Pero es sólo una, Cuántos millones faltan por convencer… Me tienta el desaliento.

TEODORA          Yo le animaré.

GILBERTO         ¡Aquí tengo un poder! (ENCIENDE LA PIPA DE OPIO) Él es para mí todo porque me hace olvidar la Humanidad, esa infeliz de quien me he apasionado, esa infeliz que me trae en tormento.

TEODORA          ¡Qué luz! ¡Qué resplandor! La veo aquí cerca y me siento pequeña y me anonada. Esa claridad me entra al interior de mi ser, me besa el alma y la pone a sonreír. Tengo la conciencia de que está frente a mí y sin embargo me parece que si extiendo los brazos no le alcanzo y que al contemplarle estoy mirando al cielo. Míreme. No tengo noción de tiempo, no sé dónde estoy ni a dónde voy pero podría pasarme los siglos en esta contemplación.  Pero, ¿qué? No me atiende, ni me escucha siquiera. ¿Me abandona? Gilberto, Gilberto.

GILBERTO         ¿Qué?

TEODORA          Hundida en mi ilusión no veía, pero ya veo. Es el opio. Velo de acero que se va interponiendo entre nosotros.  No fume, por favor. No fume. ¿por qué no se resigna a poseer sólo una parte de esa humanidad. Yo misma pondría tanto esmero…Le daría tanto amor… ¡tanto!

GILBERTO         Quita, mujer. El egoísmo te pierde. Tienes por atavismo todas las malas costumbres que te han enseñado.

TEODORA          Gilberto. ¿Qué es eso? Perdón, no debí.

GILBERTO         No. Déjame. No me contagies, no me pierdas.

TEODORA          ¿Qué hago? ¡Dios mío!

DON ROQUE  (ENTRANDO) ¿Qué ocurre?

TEODORA          Don Roque…

DON ROQUE  Señorita, usted aquí… ¿Qué razón…?

TEODORA          Tenga la bondad no se acerque, no pregunte nada.

DON ROQUE  ¿Qué sucede? (GILBERTO ESTÁ TENDIDO EN SU MODORRA)

GILBERTO         ¡Rosada como una aurora, envuelta en luz muy suave, la Humanidad naciente, la nueva, la perfecta, que viene hacia mí…!

TEODORA          Mis brazos serán siempre tuyos, para ti que me has creado a la vida divina.

DON ROQUE  Teodora, ¿qué hace?

TEODORA          Quieto. Acabemos de una vez. ¿No me tienen todos por una niña traviesa y alocada? ¿No le tienen a él por loco? Pues déjennos. Nosotros nos entendemos.

FIN DEL SEGUNDO ACTO

ACTO III
CASA DE LOS GALARZA

DON JUAN         ¿Es cierto, Don Roque, que piensa usted emprender viaje?

DON ROQUE  Estoy indeciso aún. Quizás esta noche determine si he de partir o no.

DON JUAN         ¿Por qué esta noche particularmente?

DON ROQUE  Oiga, Don Juan, voy a serle franco, comprendo que ya usted me habrá adivinado.

DON JUAN         A ver, diga, no sé.

DON ROQUE  Por mi mala estrella he venido a enamorarme locamente de Teodora. Y si esta noche no se me concede la mano de ella, me iré al fin del mundo.

DON JUAN         ¿Pero cómo, si Teodora está apasionada de ese tal Gilberto Velásquez?

DON ROQUE  Caprichos de chiquilla, que prometo hacer desaparecer. Rumores sobre la cuestión  aquella de la “entrevista”.

DON JUAN         La bendita y supuesta “entrevista”. Discúlpeme, Don Roque, pero ese tema no hace más que agobiarme. Y me parece que usted muy especialmente conoce a fondo el misterio de ese cacareado encuentro.

DON ROQUE  No, créame. Sólo sé lo que dice todo el mundo.

DON JUAN         Matilde me ha dicho que según confidencias de Teodora usted estaba presente.

DON ROQUE  Cosas de mujer. Teodora en su carácter caprichoso y su deseo de originalidades se empeñó en oír de cerca de un hombre como Gilberto Velásquez. Pero éste, firme en su manía de encierro, seguramente se negó a recibirla y ella, avergonzada quizás, tuvo que venirse sin lograr lo que intentaba.

DON JUAN         Al decir de ustedes y de extraños no se saca nada en limpio.

DON ROQUE  Crea usted que lo que tanto ha dado que pensar, hincapié a las malas lenguas, disgusto a los Galarza, sinsabores a Teodora y mortificación a todos los amigos, no ha sido otra cosa que esa ligereza de una niña desairada.

DON JUAN         Ojalá fuera así, pero no lo creo.

DON ROQUE  ¿Me permitirá una pregunta sin enojarse por ello? Es cierto que Velásquez concurrirá esta noche a la comida?
Espero que sí. Dentro de un momento lo vamos a tener aquí. El joven Daniel mismo fue a llevarle la invitación.

DON ROQUE  ¿Y le ha recibido? Imposible.

DON JUAN         Al anunciarle que iba en nombre de Teodora le franqueó la entrada. Y respondió con ese estilo raro: “Dile que esté tranquila. Iré” ¿No es para dudar o por lo menos asombrarse, Don roque?

DON ROQUE  ¿Y usted va a recibirle?

DON JUAN         A ver si por fin logro enterarme de la verdad tan llevada y traída de mi hija con ese señor.

DON ROQUE  No se apene, verá como no es nada.

DON JUAN         Me parece natural que la sociedad comente como un hecho raro el que una muchacha se ocupe de ir donde un filósofo a enterarse de sus laberintos metafísicos; pero me trastorna la torcida intención que algunos intentan darle al asunto.

DON ROQUE  ¿Y de mi aspiración a la mano de Teodora? ¿No lo ha meditado lo suficiente? Puede resultar una salida a esas habladurías.

DON JUAN         Le digo que a pesar de mi agrado, no aceptándolo Teodora, no contrariaré la voluntad de ella.

DON ROQUE  ¿No piensa  que le convendría mirar con interés una petición como la mía?

DON JUAN         ¿Se atrevería?

DON ROQUE  No ha sido mi intención ofenderle. Líbreme Dios. Deseaba ver si usted espontáneamente consentía, antes de confesarle la verdad.

DON JUAN         ¡La verdad! Luego hay una verdad que usted sabe y se la ha guardado tanto tiempo.

DON ROQUE  Es que…

DON JUAN         Vamos, hable, por Dios.

DON ROQUE  Pues bien, sí hubo tal entrevista.

DON JUAN         Continúe. ¿Por qué se detiene? ¿Y él, la sedujo, ese loco, ese Gilberto Velásquez?

DON ROQUE  No, Don Juan, no es él.

DON JUAN         ¿Y quién otro puede ser?

DON ROQUE  Sí, él, pero…

DON JUAN         ¿En qué quedamos? ¿Qué le pasa a usted?

DON ROQUE  Tengo la cabeza hecha un barullo… buscando la manera de pintarle este amor exaltado que siento por Teodora y que me ahoga si no lo digo.

DON JUAN         ¿Será posible…?

DON ROQUE  Posible, posible, sin poderlo remediar, y tan indispensable para mi vida (ENTRAN MATILDE, DANIEL Y TEODORA) que si para que me conceda la mano de su hija he de pedírselo de rodillas, de rodillas me tiene a sus pies dispuesto a hacer lo que pida para alcanzarla.

DON JUAN         ¡Álcese,  por Dios!

DON ROQUE  Ella. (REPONIÉNDOSE)

TEODORA          ¿Le explica usted a mi padre un paso de comedia o un antiguo drama trágico?

DON ROQUE  Señorita, yo…

TEODORA          Es un desgraciado.

DON JUAN         ¿Qué dices, hija?

MATILDE  ¿Teodora, qué es esto?

DON ROQUE  Señor, con su permiso y con mucho sentimiento, me veo obligado a retirarme de su casa.

MATILDE Se va.

TEODORA          Alguna indisposición momentánea.

DON JUAN         Puede retirarse, Don Roque.

DON ROQUE  Señoritas. A sus pies. (SE VA)

TEODORA          Infeliz.

DON JUAN         ¿Qué calvario! Antes de terminar, acrece la amargura.

TEODORA          Calvario que usted mismo se ha creado. Se lo aseguro. 

DON JUAN         Tengo que hablarte.

MATILDE Mejor nos vamos al jardín. (SALIENDO)

TEODORA          Pronto estaré con ustedes.

DON JUAN         ¡Por tu culpa, por tu culpa y por tus disparates!

TEODORA          Por mí, no. ¿Qué hice?

DON JUAN         Y es e afán de negar que agrava más la situación.

TEODORA          Pero qué…

DON JUAN         Vamos, ven aquí y contéstame… ten juicio.

TEODORA          ¿Juicio? Demasiado me abruma el juicio.

DON JUAN         No digas locuras. Hablemos en serio que estoy resuelto a ponerle fin hoy mismo a esta tragedia.

TEODORA          En sus manos está. Sí, señor; cierre sus oídos a tantas murmuraciones, tranquilícese y confíe en mí.

DON JUAN         Bien. Convengo en eso, pero con la condición que me digas antes el misterio de esa entrevista, para olvidarla y quedar tranquilo.

TEODORA          ¿Qué misterio  ha de haber? Salí aquella vez de paseo, como en cualquier otro día y volví, como siempre, a casa animada y fresca.

DON JUAN         Terca, ¿sabes una cosa?

TEODORA          ¿Cuál será?

DON JUAN         Que ya lo sé todo, porque, aunque eres muy buena comediante, tu cómplice ha declarado.

TEODORA          ¿Quién?

DON JUAN         Sí, me ha pintado ese amor tan terrible que siente por ti y casi me ha confesado la entrevista.

TEODORA          ¿Pero quién le ha dicho?

DON JUAN         Él mismo.

TEODORA          ¿Él? Pero si no es posible

DON JUAN         No te espantes, no temas. Te amo demasiado para imponerte un castigo; pero el engaño, el engaño es lo que me duele. ¿para qué ocultárselo a tu padre? ¿Qué puedo hacer yo que no sea tu voluntad?

TEODORA          Padre…

DON JUAN         Vamos habla, deja la comedia y principia.

TEODORA          Espere, espere, padre…

DON JUAN         ¿Te vas a explicar? ¿Te has puesto mala?

TEODORA          No es la emoción, el cansancio.

DON JUAN         Vamos, desahógate. Reclínate en mi pecho. Y ahora, cuéntame, sin salir con esos disparates que no vienen al caso; cuéntame… Te he dicho que él me lo ha confesado todo, pero quiero oír tu relación.

TEODORA          ¿Él? Si no es posible… Si él no habla con nadie. ¿Dónde ha visto usted a Gilberto Velázquez?

DON JUAN         No, si no es Gilberto Velásquez; si ese loco no piensa en más que en sus locuras. No cajas su nombre para disimular; el individuo en cuestión es Don Roque.

TEODORA          ¿Cómo? ¿Qué?

DON JUAN         Te repito que acaba de referírmelo todo…

TEODORA          TEODORA          Pues miente él.

DON JUAN         Pero niña…

TEODORA          No. Si ahora lo digo claramente, en voz alta y segura para que todos se enteren: amo a Gilberto Velásquez, sí, le amo con un amor que es la gloria, el paraíso. Y no precisamente por él sino por algo intangible, infinito y divino que él me ha enseñado a amar. Ahí tiene mi confesión, si confesión es eso; y ahora, piense usted como quiera.

DON JUAN         Te has vuelto loca. ¿No ves que me estás faltando el respeto?

TEODORA          Padre…

DON JUAN         Serénate, serénate y ven aquí a pedirme perdón. ¡Jesús1 Compadezcámonos de nosotros mismos. No sé que te está pasando.

TEODORA          Es un martirio.

MATILDE (ENTRANDO) Pero, ¿qué les ocurre?

TEODORA          Nada. Nada.

DON JUAN         No, no es verdad. Me lo niegas de una manera como si no fuera yo tu padre, sin ningún respeto. Gritándome a las barbas que por quién estás loca es por ése… Por ese loco. Por quien has hecho esta noche poner esta comida.

MATILDE Pero ya está aquí.

TEODORA          ¿El Maestro?

DON JUAN         ¿Él?

MATILDE Gilberto Velásquez.

TEODORA          ¡Gracias a Dios!

DON JUAN         Lo mejor sería que se volviera por donde ha venido

TEODORA          De ninguna manera. ¿No me pedía que hablara? Él hablará por mí.

GILBERTO         Semilla que te abres al céfiro acariciante de mis palabras y caes cantando en el surco nuevo.

TEODORA          Cuando él habla, lo olvido todo.

GILBERTO         Dime. Los oídos de mi alma están siempre abiertos para ti.

TEODORA          Caballero. Mi padre.

DON JUAN         Juan Galarza.

GILBERTO         Don. Señor.

DON JUAN         Escuche usted, caballero.

GILBERTO         Yo les daré vida. Seré su agricultor.

DON JUAN         ¿Qué les parece a ustedes? ¿Quién negará que está loco? Está rematado.

GILBERTO         Mira tú, predestinada que anuncias la nueva era, ven aquí, cerca de mí y elévate conmigo sobre esta hierba silvestre.

DON JUAN         Señor, ya hemos tenido bastante; ahora tenga la bondad de escucharme a mí.

GILBERTO         Cómo no. A eso he venido, a instruir. Hable usted.

DON JUAN         Voy a conferenciar con él; ustedes, permítanme por unos momentos…
(SE VAN MATILDE, TEODORA Y DANIEL)

GILBERTO         ¡Qué distinto! ¡Qué distinto!

DON JUAN         No habrá olvidado usted que la invitación que le hizo Teodora para ser presentado en nuestra casa es para dilucidar un asunto que nos tiene llenos de pena y del que debe estar en conocimiento.

GILBERTO         Me falta algo. A mi organismo y a mi espíritu les falta algo.

DON JUAN         Atiéndame, por favor… Para no perder el tiempo en digresiones inútiles, le hago de una vez estas preguntas: ¿Es cierto que mi hija ha estado en su casa en una cita con usted? ¿media algún sentimiento en particular entre usted y mi hija?

GILBERTO         ¿Cómo?

DON JUAN         ¿Qué simpatía hay entre ustedes?

GILBERTO         No. Si no hay nada.  Nos atraemos, nos unimos, … nos compenetramos. Es ella la primera semilla que abre su seno de donde arrancará el primer brote.

DON JUAN         Ahora caigo en que los disparates que ella dice de usted los copia. Hablemos claro, como habla todo el mundo, como le hablo yo.

GILBERTO         De la creación a acá el amor ha venido tan a menos que a cualquier cosa se le llama así.

DON JUAN         ¿Ustedes tienen escondidos entonces algunos amores?

GILBERTO         El amor es lo más grande que existe, decir amor es una de las maneras de nombrar a Dios.

DON JUAN         En definitiva, ¿se aman usted y mi hija?

GILBERTO         No comprende. Está perdido. Comprender es el único derecho de los ignorantes; y cuando ni de ese saben usar, deben perder toda esperanza.

DON JUAN         No, no. Ni una palabra más, así no acabaremos nunca.  (LLAMANDO) ¡Teodora! ¡Teodora!

GILBERTO         (A TEODORA QUE VIENE) La vida se encierra en una espera. Puedo esperarte un siglo, nada es si tu perfume al fin me acaricia, tu dulzura me refresca.

TEODORA          Gilberto. Venía a pedirte… que no te irrites como la otra vez.

GILBERTO         La ira jamás entra en mí. Mi corazón es una rosa de alivio abierta al sol. Anda, pide cuanto quieras que mi misión es dar.

TEODORA          Quisiera decirte muchas cosas y no encuentro las palabras.Me has comunicado tan profundos pensamientos, tan hondos y desconocidos sentimientos has despertado en mi espíritu que ya no alcanzo…

GILBERTO         Aquí estoy percibiendo las ondas que me llegan desde tu alma.

TEODORA          Quiero que me digas lo que tú deseas que haga.

GILBERTO         No sabes como me apaciguan tus palabras, son como un beso de luz sobre una lágrima.
TEODORA          Nada más. Aquí me tienes, como una esclava; terrón de barro humedecido y martirizado en llanto para tomar, adivinando antes de que muevas tus labios, la forma que quieras.

GILBERTO         ¡Qué santa eres Teodora! Qué júbilo siento. Divina flor de alma maravillosa, rosa esencial. Acércate, parece que sueño.

MATILDE Se miran las almas en los ojos. No queda duda. 

DON JUAN         ¡Hija mía! Pero señor, es usted, un caballero, un loco, un… qué sé yo.

MATILDE Teodora, ven Teodora.

GILBERTO         Buen hombre, no sabe usted que estamos llamados a ser…

DON JUAN         Debemos explicarnos al instante, categóricamente.
(GILBERTO AVANZA CALMADO HACIA ÉL)

MATILDE  ¡Jesús!

DANIEL     ¡Don Juan!

GILBERTO         ¿Entonces?

TEODORA          Gilberto, aguarda. Atiende.

GILBERTO         ¿Por qué te asustas? No voy a castigar. Castigar es lo fácil. Lo difícil es crear. Crear. Esto que he realizado en ti. Guarda tu llanto y alégrate. Mi corazón está repicando de gloria.

FIN DEL ACTO TERCERO

ACTO IV
SELVA MONTAÑOSA

GILBERTO         Parece que oía fieras por aquí. Parece que oía fieras. La maldad, la maldad siempre, hasta aquí en estas montañas donde me he venido a vivir cuerpo a cuerpo con la Naturaleza, en compañía de mis buenos hermanos los santos árboles que me miran respetuosamente como al supremo agricultor. ¡Qué distinto a cuando hablaba  en aquella madriguera de la ciudad! Sólo un recuerdo consolador guardo de allá, porque la compensación es la ley del Universo. Un lirio albo y dulce, lirio fragante, luminoso como un lucero, obediente y me brindó su savia para ser capullo inicial de mi jardín. ¿Qué más gloria de vida que una cumbre olorosa a lirio, entre el mar y el cielo, sobre los dos crepúsculos, a flor de multitud? Oigo ruido. Ruido… es lo que oigo. Y me extraña, porque la Naturaleza no hace ruido cuando dialoga entre el silencio. Los hombres sólo y las fieras hacen ruido.

DON ROQUE  LLEGANDO) Parece un niño, Daniel; deje de quejarse.

DANIEL     Usted no siente el cansancio porque está pendiente de su idea de vengarse.

DON ROQUE  Venganza, no. Vengo persiguiendo a un loco furioso que es una amenaza para la sociedad.

DANIEL     Pero es un interés muy marcado el de usted. Para eso están los encargados de los manicomios.

DON ROQUE  Ninguno de esos señores se molestaría en venir por aquí. Le dejarían morir. Ya ve que hago una obra de caridad buscándole.

DANIEL     Caridad impuesta no es caridad, siendo una caridad demasiado remarcada con un rival llevar una chaqueta de fuerza y sus complementos.

DON ROQUE  El modo en que defiende usted a Gilberto Velásquez parece de encargo.

DANIEL     Por recomendación de Teodora. Sabrá que aclarado el asunto de la inocua entrevista en el gabinete de Velásquez, Don Juan Galarza consintió en arreglar un compromiso entre Gilberto y su hija, pero puso como condición principal que el aturdido novio abandonase su apariencia demencial. Él respondió que eso equivalía a pedirle que matara su obra y después se suicidara y sin más palabras salió de la casa y no se le vio más hasta esta fecha.

DON ROQUE  ¿Y Teodora qué hizo?

DANIEL     Darse a investigar su paradero, hasta tener noticias seguras de que andaba por esta sierra.

DON ROQUE  Es increíble que un hombre tan recto como Don Juan despreciara mi petición y aceptara la de Gilberto Velásquez, que fue persona muy notable, pero que hoy no es más que un loco de atar.

DANIEL     En esa casa quien gobierna es Teodora. Teodora dice esto, pues esto.  Aunque sea un disparate.

DON ROQUE  Lo peor es que esa niña está también muy delicada con esas ideas. Quién sabe lo que le espera…

DANIEL     Su padre no tiene otros ojos que los de ella ni más voluntad que sus caprichos. Ya ve cómo lo ha convencido de venir con ella a  estas alturas impracticables. Pronto nos darán alcance.

DON ROQUE  Apresurémonos a dar nosotros con él y evitemos un conflicto. (SALE DON ROQUE DANIEL SE QUEDA)

GILBERTO         Lloran, lloran por mí. Es mi siembra que se enternece estremecida , se extiende.

DANIEL     Parece su voz. Es él mismo. Gilberto, ¿eres tú? Ven, ven conmigo.

GILBERTO         No grites, no hables recio. ¿No ves que estás en la montaña? Baja la voz, aquí las palabras sobran, las almas se comunican.

DANIEL     Gilberto, un instante nada más.  Atiéndeme.

GILBERTO         No nos entienden.

DANIEL     ¿No quieres escucharme?

GILBERTO         Sí. ¿Cómo he de negarme? Habla, habla pronto.

DANIEL     ¿No recuerdas, Gilberto, tu casa? Tu gabinete, tu trabajo tan hermoso y original…

GILBERTO         Sí

DANIEL     ¿No sientes deseos de volver alla?

GILBERTO         No.

DANIEL     ¿Por qué?

GILBERTO         Allá pude iniciarme, pero el progreso que ha alcanzado mi creación requiere campo abierto y cielo amplio. Para hablarle a una sola mujer estuve bien entre cuatro paredes, para dirigirme a todas las mujeres de la tierra debo estar de pie sobre una tribuna gigante. Pero te voy a decir un secreto. Y me traes después mi pipa.

DANIEL     Bueno, veremos.

GILBERTO         Que ni yo mismo lo oiga porque si lo llegan a saber mis discípulas, perderían el entusiasmo. Me siento inmovilizar, como si me fuera quedando dormido. No me hallo el cuerpo y siento que se me enfría el cerebro. Dormido junto a un arroyo sereno y fresco bajo un límpido claro lunar.
        
DANIEL     Estás débil.

GILBERTO         He sembrado mucha vida y dejé poca para mí. Todo mi ser me dice que la pipa, el opio generoso me fortalecería, me cargaría de nueva vitalidad.

DANIEL     Vamos corriendo a traerla, entonces.

GILBERTO         Te digo que no puedo. ¿No lo sabes? Estoy loco. Para realizar mi obra colosal del nuevo mundo hube de abjurar de la cordura. Tan enorme idea no era posible que cupiera en mi cerebro sin desalojarlo un poco. Por eso lo desocupé de lo que más abunda: razón, juicio, sentido común…Y me he venido a estas alturas porque el que grandes obras forja debe contemplarlas desde una cumbre.

DANIEL     Pues bien, si ya realizaste tu idea, si ya te recreaste en ella, vuelve a ser el de antes.

GILBERTO         No está terminada todavía. Pero ya viene la presiento. Mi palabra ha entrado como divino polen en los misterios de la creación y la fecundidad.

DANIEL     Date una tregua, vente al lado de tus amigos, de Teodora.

GILBERTO         Teodora, mi divino consuelo, mi primera simiente. Déjala quieta, no la molestes, no la nombres, que ella vendrá hacia mí.

DANIEL     ¿No ves qué acabado estás? Necesitas reponerte.

GILBERTO         No, nunca. Aquí moriré. Déjame.

DANIEL     ¿Dónde vas?

GILBERTO         A reposar. No llegue el pasado a tentarme. (GILBERTO RECUÉSTASE)

DANIEL     Espera.

DON ROQUE  Escuché voces.

DANIEL     Sí, de por aquí.

DON ROQUE  Ah, era usted mismo, Daniel.

DANIEL     Y un enviado que me anuncia que ya Teodora está por alcanzarnos.

DON ROQUE  ¿Teodora, aquí?

DANIEL     La verá dentro de un momento.

DON ROQUE  Sin haber podido adelantar lo suficiente, cargado de estos arreos,
DANIEL     Teodora también trae sus cordajes para someter al loco.

DON ROQUE  No esperaba encontrarme con ella. Tengo motivos para no tropezarme con Don Juan y su familia.

DANIEL     Escuche, ahí vienen ya. Teodora viene corriendo por delante de todos. Escóndase entre los árboles.

DON ROQUE  Todo me hace parecer malo.

GILBERTO         (ALZÁNDOSE Y PONIÉNDOSE A DESCUBIERTO) Hacer silencio, digo no turben la santidad del santuario, demonios que brotan del seno de  la tierra.

DON ROQUE  Es él, pero hecho un ruina.

DANIEL     Gilberto, por favor.

DON ROQUE  Está cadavérico.

DANIEL     Asombrosamente aniquilado, no me parece que Teodora lo vea así, de pronto.

TEODORA          (DESDE FUERA) Apresúrense, por Dios.

DANIEL     Distráigale usted a él, mientras yo recibo a Teodora y la preparo.

TEODORA          Daniel. ¿Le halló? ¿Dónde está Gilberto?

DANIEL     Teodora… Allí está, vamos a verle pero, escúcheme primero

TEODORA          No. Gilberto antes que todo.

GILBERTO         ¿Qué trinos son esos, qué gorjeos entre esta nube de moscardones?

TEODORA          Él

GILBERTO         Teodora

TEODORA          Él

DANIEL     ¡Qué desgracia!

TEODORA          Ay (GRITO AHOGADO)

DON ROQUE  Teodora, ¿qué le pasa?

GILBERTO         ¿Qué es, Teodora?  ¿Te doy… respeto?

DON JUAN         ¿Ocurre algo?

DANIEL     Gilberto que está desconocido. Véalo ahí.

DON JUAN         Este hombre se está muriendo.

GILBERTO         (A TEODORA) Descansa, pobre. ¿Y ustedes son realidad o visón terrible? Esos gestos, esos gritos… ¿No ven como los miran recriminándolos a ustedes estos nobles hermanos árboles que me han dado asilo?

DANIEL     Ya lo ves, Gilberto, somos nosotros, los tuyos, que venimos por ti.
  
GILBERTO         Ya veo, sí, sí. Les veo algo nuevo. Perdona, naturaleza. Son míos, son mi obra.  Se ven… hermosos. Son la cosecha que revienta. (AGONIZA)

(DESPUÉS DE UNA PAUSA) Pues bien…

GILBERTO         SHHto. No rompas la armonía del silencio. Escucha lasvoces del misterio. Aprende a ser como los ángeles. Con la boca cerrada, intima con la naturaleza. Miren a Teodora, qué bien me imita.

DANIEL     Socórranle. ¡Gilberto!

DON ROQUE  Está agonizando.

TEODORA          ¿Qué es esto que me rodea? Miro allá como un sol entre copas de niebla y yo me siento flotando en el vacío.

DON JUAN         Ven, Teodora, hija mía…

GILBERTO         Ah, las veo, las veo. Es el momento solemne. Allá las veo. ¡Qué fea, qué torcida, qué horripilante la vieja humanidad que se va. Y aquí, la Humanidad naciente, la nueva, la mía, que surge hermosa, sonriente, buena. Ya está, ya está. Cumplí mi destino. Talé la maleza, está el jardín soñado. Cumplí mi destino.  (EXPIRA)

TEODORA          Mira qué bella, qué bella esa flor que nace de sus labios, es una mariposa, que va creciendo, parece que nace de su boca. Qué enorme tamaño ha tomado. Qué colores de iris. Qué transparencia en las alas.  Cuán impalpables que no se sabe dónde terminan. Ya se desprende, ya vuela, ya se va. Llévame, tómame, llévame.

OSCURO FINAL.


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