domingo, 14 de marzo de 2010

nueve huecos


Todos vamos a experimantar pérdidas. Nos convertiremos en otros. Las cosas seguirán siendo las mismas. Desde que estamos chiquitos, tocando con pequeños dedos el seno materno, crece en nosotros la sensación de pertenencia. Mejor dicho, de propiedad. Pero esa impresión de "esto es mío" se confunde con la integridad de tu ser. Lo que te pertenece porque sí y no te cuesta trabajo ni lucha, es parte esencial tuya. De otro modo tú mismo empiezas a dudar sobre la legitimidad de esa apropiación. Y eso que no defendemos empieza a acrecentarse como sombra, tememos el riesgo de ser expropiados. !Claro! Si nunca tuviste la hombría, quiero decir, la fuerza de carácter, porque la identidad sexual no tiene nada que ver, el valor de imponer tu palabra "esto es mío". Y no la tuviste porque nunca tus posesiones fueron ganadas limpiamente, crees que son tus apéndices y como tales no te preocupas por utilizarlas siquiera. Te has creado una paranoia del despojo. Y cualquier cosita que se te pierde se convierte en una agresión contra tu personalidad. Ahí tienes tu casa, tu televisorcito, tu computadora, ahí está tu cama y tu lamentable sofá. Tu trabajo, tu carrera, tus amigos y tu flojera. ¿no lo ves? No me estoy llevando nada. Ni siquiera las llaves. Hasta un pedazo de mi oreja que nadie ha podido encontrar te va a quedar por ahí, quizás ya la hayas masticado.

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