jueves, 7 de enero de 2021


“Cuando se habla de comprensión artística hay que subrayar la palabra comprensión, vinculada a la idea-obra, no a una obra sino a la idea de la obra en sí, del todo armónico, objetivo, descansando sobre su propia base según su propia ley. La comprensión da a la obra su carácter propio, su unidad orgánica. Con su ayuda se reparan grietas y agujeros, se crea ese “curso natural” que en un principio no existía y que, por tanto no es natural, sino producto del arte. En resumen, solo a posteriori y por medios indirectos se consigue dar la impresión de lo directo y de lo orgánico. En una obra hay mucho de aparente. Puede incluso irse más lejos y decir que la obra, como tal, es solo apariencia. Tiene la ambición de hacer creer que no ha sido hecha, sino que ha nacido y surgido como Palas Atenea nació y surgió , resplandeciente y armada de sus sinceladas armas, de la cabeza de Júpiter. Pero esto es pura ficción, meras ganas de aparentar. Nunca se ha producido así una obra, el medio ha sido siempre el trabajo, el trabajo artístico con la apariencia como finalidad. Y lo que ahora cabe preguntarse, dado el estado actual de nuestra consciencia, de nuestro conocimiento, de nuestro sentido de la verdad, es si sigue siendo lícito este juego, si es intelectualmente posible y merece ser tomado en serio, si la obra en sí, el conjunto armónico que se basta a sí mismo, está en relación legítima cualquiera con la inseguridad total, la problemática y la ausencia de armonía de nuestro estado social; si las apariencias, aun las más bellas, y principalmente éstas, no se han convertido en otras tantas mentiras.”

Thomas Mann                                                                                                                                                     Doktor Faustus, capítulo XXI

1 comentario: